jueves, 10 de septiembre de 2009


Tu tiempo es un vidrio, tu amor un fakir,
mi cuerpo una aguja, tu mente un tapiz.
Si las sanguijuelas no pueden herirte
no existe una escuela
que enseñe a vivir.

El angel vigía descubre al ladrón
le corta las manos, le quita la voz.
La gente se esconde o apenas existe,
se olvida del hombre, se olvida de Dios.
Miro alrededor,
heridas que vienen
sospechas que van y aquí estoy
pensando en el alma que piensa
y por pensar no es alma,

desarma y sangra.

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